sábado, 21 de abril de 2012

Un cigarrillo más.




Fumar era la única cosa para no pensar en James.

Fumar y apuntar sin sentimientos a cada víctima que le contrataban matar, lo distraía de pensar que en ese momento, a esa misma hora, James podría estar teniendo sexo con cualquier mujerzuela.

Apretó el gatillo de su rifle con silenciador y dio en el blanco. Entonces apagó el cigarrillo y se retiró de allí.

Todo le era sumamente aburrido. Ganaba tanto dinero que le había pedido al otro simplemente retirarse de toda esa basura. Pero siempre lo veía obsesionado por el Detective consultor. El maldito detective 
consultor.

Ya había querido terminar con su vida en varias ocasiones, pero jamás se lo permitía.

En noches como esa, cuando llegaba a su apartamento, y lo encontraba sentado en su sofá. Sabía a lo que venía. Era tedioso como James solo entraba a su departamento cuando cualquiera de sus "chicas" le decía que no y tenía que volver a sus brazos a sentir "consuelo".

Sintió como comenzaba a acercarse y solo soltó un bufido, dejó de lado su maleta donde tenía su rifle en partes y balas. Entonces sintió como le abrazó por la espalda.

No dijo nada. Nunca lo hacía.

Siempre despertaba la mañana después, viéndolo abrazando su cuerpo, dormido como si no fuera la maldita mente criminal más grande del mundo. Era el genio más malvado de todos, y aun así. En esas mañanas le encantaba ver que no hacía nada más que dormir…

Era tan tedioso…

Un cigarro… Un cigarro siempre apaciguaba todo.

Entonces ese día, verlo tumbado en el techo de Saint Barts. Hubiera preferido verlo en su sofá sentado.. 

Nuevamente.. Esperándolo.

Hubiera preferido cualquier cosa…

A tener que sentarse a su lado, por un rato. Mirando a las estrellas.. Porque ahora James ya no estaba…
Hubiera preferido todo menos eso…

Porque ahora ni el cigarro podía apaciguar ningún dolor.

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